Gracias al confinamiento cuando estamos fuera de casa procesamos la  información de manera diferente a como lo hacíamos en la era precovid, los sentidos se agudizan y aumentan las posibilidades de que publicidades exteriores sean almacenadas en nuestra memoria.

Y cuando vamos en el coche pasa exactamente lo mismo, la atención que requiere ir al volante de un vehículo consigue que nuestro cerebro esté trabajando de manera más activa y, por lo tanto, ser impactados indirectamente por las vallas publicitarias de carretera, la mejor publicidad exterior.